viernes, marzo 27, 2009

Casimir y la fuerza de una lágrima



La maratón había sido agotadora y Osvaldo Suárez estaba todavía pensando como había logrado superar el embate del pelotón que lo seguía durante los últimos dos kilómetros, cuando un periodista de Radio Rivadavia, más sudado que él, y emocionado hasta las lágrimas por la victoria del ya maduro corredor, le puso el micrófono en la cara mientras le gritaba "¿Cómo hizo para sacar ese sprint al final de la carrera?" Osvaldo lo miró con cierto fastidio, pensó que tenía que apurarse si quería llegar a ver a Independiente esa tarde y le dijo: "No se pibe, saqué fuerzas de la nada"

Antes de la fìsica cuántica, se definía como vacío cualquier region del espacio que no contuviera partículas y en la cual el valor de todos los campos fuera uniformemente cero. Pero el principio de incertidumbre no permite que conozcamos simultáneamente el valor del campo y su tasa de cambio con precisión absoluta. Por lo tanto, si un campo tiene un valor cero que conocemos con certeza, entonces su tasa cambio debe ser totalmente aleatoria, lo que implica que en cualquier otro momento ese campo puede tomar valores distintos de cero. Esto es lo que los fìsicos llaman fluctuaciones del vacío.

El amigo Casimir diseñó en 1948un experimento para detectar las fluctuaciones de vacío del campo electromagnético. Lo que se le ocurrió es que poniendo dos placas de metal en una región vacía alteraría las fluctuaciones de vacío, pues solo aparecerían entre las placas aquellas fluctuaciones con una longitud de onda que "entraran" justo en el espacio entre ambas placas. Y esto generaría una diferencia de presión, entre las fluctuaciones de vacío de afuera de las placas y las de adentro. Y esa diferencia generaría una fuerza que tendería a atraer a las placas entre si.

Despacito de nuevo: dos placas puestas a cierta distancia entre si en un espacio totalmente vacío de partìculas y de campos, en lugar de quedarse en su lugar se atraen, y no estoy hablando ni de atracciòn gravitatoria ni de magnetismo. Si esto no les sorprende, relean lo anterior. 

Pasó un tiempo hasta que se pudo comprobar esta hipótesis, cosa no tan sencilla dado que para un par de placas del tamaño de una carta de truco, separadas por un espacio de una diezmilésima de centímetro, la fuerza de Casimir es equivalente al peso de una lágrima.......como la que rodó por los ojos de don Osvaldo cuando vio jugar a Nuñez y recordaba haber visto a Michelli, Cecconato, Lacasia, Grillo y Cruz 

2 comentarios:

ayjblog dijo...

yo peleando con el abuelo y ud saca esto...

siga, parece un 3001

il postino dijo...

a ver voy a ir a chusmear esa pelea...