lunes, junio 05, 2006

Sobre los derechos

Cada vez que escucho que, por designio de la constitución nacional, todos los argentinos tenemos derechos a entelequias tales como el acceso a vivienda digna, la educación o la salud, me pregunto si esos son realmente derechos, y si lo son, si es entonces necesario que la constitución los nombre.

Y me pregunto qué implica que la constitución los defina como derechos. Y me cuestiono por qué ésos y no otros. ¿Por qué no es un derecho constitucional el buen sexo? ¿Por qué no lo son 8 horas diarias de sueño, o ropas cálidas en invierno o el amor de la persona amada? ¿Por qué una temperatura entre de 18 y 23 grados, o los días soleados no son derechos? ¿Por qué no el ser tratado educadamente por el prójimo, tener vecinos solidarios y silenciosos o recibir un beso cada mañana?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Vos preguntás en serio o es sólo para arnar bronca? Porque me imagino que sabrás a cuales de esos derechos puede corresponder a un estado satisfacer. Sobre todo para lograr una comunidad en condiciones y capacitadades para participar democráticamente de la construcción de dicho estado.

Montse dijo...

¿Me permites que me sonría (o que te sonría) ante tamaña ingenuidad? Un beso y un recuerdo desde mi mar!

il postino dijo...

Frankz, lo pregunto para explorar cuánto realmente sabemos y cuánto simplemente damos por sabido

Yo asumo que nuestro objetivo en la vida es ser felices; y que la única restricción que debemos éticamente imponernos en nuestra búsqueda de la felicidad es evitar causar infelicidad en otros (algo utilitarista quizás)

El rol del estado debería, por ende, incluir acciones que nos ayuden a lograr tal fin. Mi pregunta/provocación es: ¿quién dijo que la educación te hace más feliz que el buen sexo? ¿Y quien dijo que la educación es un derecho más importante que el sexo? (uso el sexo porque dispara emociones más fuertes que una sopa caliente)

Te dejo un abrazo y espero tu respuesta

il postino dijo...

Ojo, en realidad mi comentario se refiere a derechos del estilo "un trabajo digno" o "una infancia feliz", en las que la intromisión estatal es impropia, irrelevante o ambas cosas a la vez